Editorial

Posted on: Lunes, may 2, 2011

Lo mejor de la humanidad en el peor de los momentos.

El estado de yoga o de unión con el Universo no se puede alcanzar sin agotar dos etapas preliminares. Yogui Bhajan decía que el proceso comenzaba con una toma de conciencia personal para luego tomar conciencia de que somos parte de una comunidad y elevarnos mutuamente como requisitos para llegar a alcanzar una conciencia ilimitada e Infinita.

Conforme nuestro mundo se adentra a la Era de Acuario, ha sido evidente como la humanidad está confrontando algunos de los más duros desafíos: crisis financieras, económicas y alimenticias mundiales; desastres naturales devastadores, conflictos sociales y bélicos sin precedentes; tragedias ambientales de proporciones inconmensurables y una larga lista de etcéteras se encuentran entre los eventos de los que hemos sido testigos en los últimos años.
Para un sinnúmero de personas, esta realidad ha representando una toma de conciencia personal. Los centros de yoga, los cursos de reiki, de masajes o de terapias alternativas han visto crecer la demanda de personas que sensibilizadas por el nivel de drama global o local, están buscando opciones para relacionarse consigo mismas y con los demás.
Tragedias como el tsunami del 2004 en el Oceáno Indico, fueron las primeras llamadas de atención respecto a la magnitud catastrófica que pueden llegar a alcanzar los ajustes que atraviesa el planeta como producto el cambio en la energía cósmica a causa de la Era de Acuario.
El terremoto y tsunami de Japón del 11 de marzo vinieron a confirmar a muchos lo vulnerable que somos y lo importante que es, o debería ser, desarrollar nuevos esquemas de vincularnos con el prójimo para brindarle apoyo, compañía o compartirle conocimiento. Así, muchos se valieron de métodos tecnológicos para contribuir de alguna manera participando en foros, difundiendo información en las redes sociales, entre otras maneras.
Para otros, la respuesta fue más mística y proliferaron ceremonias religiosas de diferentes denominaciones convocadas especialmente para elevar plegarias por los sobrevivientes de la tragedia, por las almas de los fallecidos; hubo grupos que se reunieron a meditar para enviar energía y vibraciones sutiles que ayudaran a resolver la crisis nuclear, que todavía es motivo de preocupación en la central atómica de Fukushima, o para sanar a nuestra Madre Tierra.
De alguna forma, la respuesta de estos grupos es consecuente con la premisa de despertar la conciencia colectiva y a través de un esfuerzo conjunto, de una meta en común, podemos articular canales físicos y sutiles para ayudar y elevar a otros, y por ende, a nosotros mismos.
México fue testigo en 1985 de cómo el terremoto desató una respuesta colectiva, en la que todos abrieron sus corazones e incondicionalmente ayudaron a quien lo necesitaba, en un gran gesto nacional digno de recordarse e inspirarnos porque permitió salvar las vidas de una gran cantidad de personas, aliviar a numerosas familias angustiadas que habían perdido todo y conseguir que en tiempo récord la ciudad recuperara el pulso y fuera capaz de acoger a los miles de visitantes que en cuestión de meses vendrían a la Copa Mundial de fútbol.
Que sea ésta conciencia de servir a los demás con el corazón abierto la que prevalezca en nuestra comunidad de IKYTA México. Que los límites físicos, que las barreras emocionales o del ego se disipen para que podamos construir una familia de luz que pueda responder con el calibre y la sabiduría que nos sea requerida en medio de los desafiantes tiempos de cambio que estamos viviendo; que tengamos la intuición y claridad para disponer de los recursos yóguicos, espirituales y físicos con los que contamos en cada situación que se nos presente para honrar el compromiso y confianza que el Maestro Yogui Bhajan depositó en nosotros al exigirnos ser 10 veces mejor que él para garantizar así la preservación del legado de Kundalini Yoga e impactar en actual crucial paso evolutivo de la humanidad.
Sat nam.

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